Vía Crucis y Liturgia de la Pasión en Arquidiócesis de Concepción: "Debemos actuar movidos por el amor"

Vía Crucis y Liturgia de la Pasión en Arquidiócesis de Concepción: "Debemos actuar movidos por el amor"

El Arzobispo hizo un llamado a seguir el ejemplo de Jesús, cuyo amor encontró su plenitud en el momento de la cruz. Los fieles participaron activamente y se hicieron parte de la colecta por los Santos Lugares.

Viernes 18 de Abril de 2025
Una muestra de fe y devoción se vivió en el Vía Crucis Arquidiocesano y Liturgia de la Pasión del Señor, presididos por el Arzobispo de Concepción, Mons. Sergio Pérez de Arce SS.CC., la tarde del viernes 18 de abril.

El Vía Crucis partió desde la parroquia San Agustín hasta el templo Catedral, avanzando por calles Castellón, Cochrane y Caupolicán, deteniéndose en las estaciones que estuvieron a cargo de los fieles de las diferentes comunidades.

Una vez en el templo Catedral, Mons. Pérez de Arce entregó un significativo mensaje, señalando que “es fundamental preguntarse si, en todo lo que yo hago, en todo lo que yo vivo, me mueve el amor. Todos tenemos que reconocer que a veces nos mueve el amor, pero otras veces nos mueven distintos sentimientos, incluso contrarios al amor. A veces nos mueve la competencia, la vanidad, el egoísmo, el pecado en general. Pero también, a veces, nos mueve el amor”.

El Arzobispo dijo que “uno conoce personas que son muy transparentes y que actúan movidas por el amor”, y puso como ejemplo el caso de un sacerdote que conoció en una reciente actividad pastoral, mientras estaba de visita en otro país. “Nos invitaron una tarde a conocer la obra de una parroquia, donde nos encontramos con un sacerdote muy sencillo, y se notaba que era muy querido por la gente. Tenían ahí un centro de rehabilitación de drogas, con jóvenes que asistían diariamente y algunos que vivían allí. El sacerdote vivía con ellos. Eran personas con historias difíciles, pero se notaba que esos jóvenes, algunos ya no tanto, querían mucho al sacerdote y lo admiraban profundamente”.

Monseñor prosiguió indicando que “seguramente todos nosotros podemos reconocer personas así, movidas por el amor. En parte, nuestros padres, familiares, amigos, personas como otros sacerdotes que hemos, religiosas, laicos de nuestras comunidades cristianas. A veces cuesta decir que alguien se mueve solo por amor, porque somos pecadores. Pero esas personas existen. Son los santos de la puerta de al lado, como dice el Papa Francisco. Esa santidad que está presente entre nosotros. Y sin duda los grandes santos han sido y son movidos por el amor. ¿Quién podría negar que Teresa de Calcuta, el padre Hurtado, Teresa de los Andes, San Francisco y tantos otros han vivido movidos por el amor, el amor a Dios y a los hermanos?”.

Jesús también fue movido por el amor, manifestó el Arzobispo. “¿Por qué llegó hasta el final? ¿Por qué no se detuvo en el camino? ¿Por qué no se quedó quieto cuando empezaron las persecuciones y las calumnias? ¿Por qué no evitó el sufrimiento, esperando que pasaran las tormentas para librarse de la muerte? ¿Por qué siguió estando cerca de los pobres, de los pecadores, de los pequeños? ¿Por qué continuó sanando enfermos, muchas veces en sábado? ¿Por qué insistió en edificar un pueblo unido con Dios y entre nosotros? Todo eso lo hizo por amor. Amó a los pequeños, a los pobres, hasta el final. Los amó hasta el extremo. Y quiso manifestar así el gran amor que el Padre tiene por la humanidad. Ese amor que hace que el Padre también nos quiera como un pueblo de hermanos. A Jesús lo movió el amor, un amor que manifestó siempre, pero que alcanzó su plenitud en el momento de la cruz”.

La Invitación final de Monseñor Sergio se transformó en una tarea y un desafío: preguntarnos si nos puede mover más el amor en la vida cotidiana, en la vida de todos los días. “¿Puedo, por así decirlo, luchar más contra mi miseria, contra el pecado que me habita, contra mi egoísmo, contra mi vanidad? ¿Se notará más que me mueve el amor?”, dijo con fuerza a los fieles, haciendo un llamado a que “esto debe reflejarse en nuestras acciones, en nuestras relaciones humanas, en lo que hacemos por los demás y por el mundo. Vayámonos con esa pregunta y pidámosle a Dios su gracia, la fuerza de su Espíritu, para vivir el camino de Jesús. Ese camino que lo llevó a la cruz y que también debe ser nuestro camino. Pecadores somos, pero tenemos a Jesús como Maestro y Señor. Él nos acompaña siempre, todos los días, hasta el fin del mundo”.

Al concluir la Liturgia de la Pasión, los presentes fueron parte de la adoración de la Cruz, participaron de la comunión y entregaron una ofrenda respondiendo al llamado del Santo Padre, ya que la colecta de Viernes Santo está destinada a proteger e impulsar las obras de la Iglesia en Tierra Santa.

Fuente: Comunicaciones Concepcion
Concepción, 18-04-2025
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