Nacido en la Iglesia Ortodoxa, Josafat Kuncewycz (1580-1623) adhirió muy temprano a la Iglesia Ucraniana unida a Roma. En 1617 fue ordenado obispo de Polotsk y se dedicó al servicio de su pueblo. El éxito de su acción apostólica suscitó la hostilidad de los adversarios de la Iglesia católica. Fue asesinado en Viebsk durante una visita pastoral.
Te Deum 2024: Mons. Pérez de Arce llama a transformar la política y la convivencia para un Chile con más esperanza
En presencia de diversas autoridades políticas, civiles y militares de la Región del Biobío, se celebró el tradicional Te Deum la mañana de este 18 de septiembre en la Catedral de Concepción.
Con un llamado a transformar la política y la convivencia para un Chile con más esperanza, el arzobispo de la Santísima Concepción, monseñor Sergio Pérez de Arce Arriagada SS.CC., presidió el Te Deum 2024 la mañana de este miércoles 18 de septiembre, junto al obispo auxiliar, monseñor Bernardo Álvarez Tapia.
Esta tradicional acción de gracias contó con la presencia de diversas autoridades políticas, civiles y militares de la Región del Biobío, quienes llegaron hasta la Catedral de Concepción para orar por nuestro país.
Tras los ritos iniciales, se hizo mención de tres acontecimientos recientes en la vida de nuestra zona: el asesinato de tres carabineros en Cañete, recordando junto a ellos a todas las víctimas de la violencia, el odio y la delincuencia. También el cierre indefinido de las operaciones de la Siderúrgica Huachipato, para orar por los trabajadores, sus familias y pedir por el desarrollo económico e industrial del país. Finalmente, el reciente aniversario número 10 de la Lavandería Industrial 21, destacando a tantos hombres, mujeres, comunidades y organizaciones que buscan hacer de Chile un país mejor, más inclusivo y fraterno.
En su homilía, monseñor Pérez de Arce agradeció al Señor, “que nos sigue mostrando su cercanía y providencia, y le rogamos por todos los habitantes de la patria, especialmente por nuestros gobernantes y por quienes viven situaciones de dolor y de carencia”.
En ese contexto, afirmó que “solidarizamos con todas las familias, comunidades e instituciones que han perdido un ser querido o un miembro de sus filas, y expresamos la importancia de reafirmarnos en los caminos de la paz y en la lucha contra quienes atentan contra la vida de sus hermanos, siempre en el marco del Estado de Derecho”.
Además, sostuvo que “especialmente penoso es el cierre de la Siderúrgica Huachipato, luego de 70 años de funcionamiento, no sólo por sus efectos devastadores sobre el empleo y la vida concreta de tantas familias, sino también porque da cuenta de un déficit de nuestro modelo de desarrollo, que se muestra frágil para sostener actividades productivas que agregan valor a las materias primas. Esto no es bueno para el progreso de Chile”.
No obstante, reconoció que gracias a Dios no faltan motivos de esperanza “y nos alegramos por todos aquellos que día a día forjan el desarrollo de nuestro país en ciudades, pueblos y campos; en hospitales, escuelas y oficinas; en la industria, el comercio, el servicio público y en tantos otros lugares. Dios nos permita hacer el bien y sembrar la semilla del Reino de Dios en nuestra tierra”.
El Arzobispo de Concepción señaló que los motivos de esperanza no nos impiden reconocer que actualmente no vivimos un buen momento como país y se refirió a diversos estudios que revelan el aumento de una percepción negativa respecto del presente y del futuro de Chile. En ese sentido, manifestó que “estas percepciones sobre la realidad están lejos de ser solo subjetivas, pues lamentablemente hay circunstancias graves que vivimos como sociedad. A la fuerte presencia de la delincuencia y el narcotráfico en nuestras ciudades, con el clima de inseguridad que provoca, se unen otros problemas sociales que llevan largo tiempo discutiéndose o abordándose, sin resultados que signifiquen un cambio o una mejora significativa. Los nulos avances en la reforma de pensiones, el estancamiento en materia educacional, la insatisfacción respecto de los avances en salud, el déficit en materia de vivienda, el escaso crecimiento económico, además de los dos fracasos en el cambio constitucional, nos dejan con la sensación de un país estancado. Puede resultar injusto para aquellos que están comprometidos en el servicio público y se entregan cada día a la tarea, es posible que nos falte valorar ciertos avances, pero el tono global es el de un país que parece marcar el paso”.
En ese contexto, planteó que a lo anterior se suma la corrupción presente en amplios niveles de la administración del Estado y aseveró que “casi no hay ámbito o institución donde no se hayan manifestado acciones y prácticas corruptas (…) Estas realidades que vive el país generan en la ciudadanía desafección con la política, desilusión y retraimiento, que refuerza el fuerte individualismo y la dificultad para participar en la cosa pública que caracteriza a nuestra cultura. Pero ésta no puede ser nuestra única y principal respuesta, todos tenemos que reaccionar de otro modo, en especial los dirigentes políticos”.
Monseñor Pérez de Arce indicó que, según el estudio del PNUD, la mayoría de los chilenos responsabiliza a los liderazgos políticos y empresariales por el deterioro y estancamiento del país. Y reconoció que existe incapacidad de quienes nos dirigen para llegar a acuerdos que permitan conducir los cambios sociales que el país necesita. “Pareciera que los políticos han renunciado a dialogar y a buscar buenos acuerdos, y más bien cada uno, o cada sector, busca asegurar sus posiciones, su propio discurso, desde una política de trincheras, que acrecienta la polarización. El resultado es que el país no está abordando bien sus grandes desafíos, nada parece cambiar de verdad, y la desconfianza y la desafección crecen. Esto hace daño a la democracia, que se muestra ineficiente para enfrentar los problemas más apremiantes de la sociedad”, agregó.
En ese sentido, hizo un fuerte llamado a que “la política debe transformarse, se requiere otra cultura política, otro modo de hacer política, porque Chile tiene grandes desafíos que abordar. Los chilenos siguen teniendo necesidad y deseos de cambio, siguen queriendo y necesitando más justicia, más seguridad, más eficiencia del Estado y más oportunidades para todos, y quieren menos desigualdad, menos corrupción y menos pelea política inútil”.
“Aunque vivimos en tiempos de fuerte afirmación de los proyectos individuales y pareciera que a la gente solo le interesa lo propio, la mayoría de la población aspira a proyectos colectivos, a un proyecto compartido de sociedad donde el bien común, que es el bien de todos y de cada uno, pueda hacerse realidad crecientemente”, destacó.
Mons. Sergio Pérez de Arce SS.CC. invitó a los políticos y dirigentes a preguntarse para qué quieren gobernar y fue enfático en señalar que “cuando reciben el encargo que les hace el pueblo, deben afanarse en buscar la comunión, el diálogo y soluciones realistas y a largo plazo que permitan al país ir dando pasos en pro de un mayor bienestar. Siempre para bien de la comunidad y no para engrandecerse a sí mismos (…) Creo que la política en Chile tiene una historia y la capacidad para hacer cambios, para actuar de otro modo, porque ha habido oportunidades en que el sistema político ha dado respuestas a situaciones de crisis. Hoy necesitamos nuevas respuestas, para lo que se requiere el coraje de la unidad, como el que tuvieron los padres de la patria cuando emprendieron el proceso de la independencia de Chile”.
Además, el arzobispo de Concepción se refirió a la situación de los migrantes, haciendo alusión al documento de la Conferencia Episcopal “Fui forastero y me recibieron” (Mt 25, 35) Una mirada cristiana a la migración, exhortando a integrar plenamente a los hermanos de otras naciones que han llegado a vivir y trabajar junto a nosotros, y enfatizando la importancia de favorecer estrategias eficaces que permitan la regularidad migratoria de las personas que hoy están en condición irregular y no tienen problemas penales o delictuales, ya que esto contribuye a la seguridad y la paz social, permitiendo relaciones más transparentes entre las personas.
Finalmente, Mons. Pérez de Arce afirmó que así como Jesús nos dice que el Reino de Dios se parece un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina hasta que fermenta toda la masa, estamos llamados a la urgente misión de “ser como una buena levadura que, por nuestra acción, por nuestras actitudes, por nuestra coherencia y, sobre todo, por nuestro amor, es fermento de vida, de concordia y de justicia en los diversos ambientes y organizaciones de las que participamos. Así crecerá la esperanza y no la desilusión, el compromiso y no la desafección”.
“Que la alegría de estos días de fiesta renueve en todos nosotros el amor por nuestra patria y la disposición para ponernos al servicio de los demás. Que la Virgen del Carmen, Reina y Madre de Chile, nos ayude a construir un país de hermanos y nos ayude a abrir nuestro corazón a Dios, porque “Él nos hizo y a Él pertenecemos, somos su pueblo y ovejas de su rebaño””, puntualizó.
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