Melipilla celebra la consagración de una nueva virgen al servicio de la Iglesia
Este sábado 24 de agosto, en una celebración eucarística llena de gozo espiritual, María Eugenia Marín Correa se consagró al Señor a través del Ordo Virginum. Este acontecimiento, que tuvo lugar en la Catedral, representa un hito significativo para la comunidad diocesana de San José de Melipilla.
Al iniciar la celebración, el Obispo Cristián Contreras Villarroel, agradeció a los participantes, a quienes se sumaban por redes sociales –especialmente a personas enfermas- así como a hermanos obispos y a quien fuera Nuncio Apostólico en Chile, hoy en Venezuela, monseñor Alberto Ortega quienes expresaron su alegría por esta consagración. También agradeció a las religiosas de clausura unidas en oración por María Eugenia, entre ellas las Religiosas de Belén, las Carmelitas de la Santísima Trinidad de Lagunillas y las Carmelitas de Puangue que aportaron con diversos signos para la consagración.
Luego, durante la homilía, el Obispo destacó la importancia de esta consagración y la figura de María Eugenia, como un ejemplo de entrega y servicio actual.
“Es un día de gozo espiritual celebrar la Eucaristía en nuestra iglesia Catedral San José para consagrar en el Ordo Virginum, según una antigua y milenaria tradición, a nuestra querida hermana y amiga María Eugenia Marín Correa, a quien conocí hace diez años a mi llegada a la diócesis. A ella la llamo “MEM”; es marca registrada”, manifestó con alegría Don Cristián, junto con saludar a la familia y a las consagradas venidas de Santiago, a quienes acompañó como obispo auxiliar de Santiago durante siete años.
Luego, el pastor hizo referencia a las lecturas bíblicas, resaltando el amor incondicional de Dios por su pueblo - expresado en el texto del profeta Oseas- y la vocación de los pequeños y humildes para ser instrumentos de su obra.
“Lo que en el Antiguo Testamento vemos como imagen del amor infinito, misericordioso y compasivo de Dios por su pueblo, hoy también lo comprendemos como una prefiguración de aquel modo de consagración particular al que ha sido llamada nuestra querida MEM, al consagrarse a Dios esta mañana para incorporarse al Orden de las Vírgenes de la Iglesia e inaugurar un camino en nuestra diócesis” dijo Monseñor, agregando que el versículo de San Pablo “Vivo yo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí”, escogido por María Eugenia “es una confesión de la grandeza de la pequeñez ante la mirada de Dios, que no escoge a los sabios, poderosos ni nobles de este mundo, al contrario, Dios escoge a los pequeños, a los insignificantes, para anular a los que piensan que son algo, a fin de que nadie se enorgullezca ante Dios”.
“Querida MEM, hoy consagras tu vida a Dios y al servicio de su Iglesia en un contexto que, como en toda época, tampoco es fácil ni prometedor. El desposorio con Jesucristo no es distinto de la cruz que Él recibió como dote al desposarse con la Iglesia, y a la que se abrazó para hacer la voluntad de su Padre. Y esto lo sabes muy bien, porque no has comenzado recién ayer tu caminar en la fe. Las penurias del entregarse a la misión del Señor estarán siempre presentes en la historia por la que peregrinamos, y Jesús sabía que sería así. Jesucristo nunca ocultó las contrariedades, pero a la vez nos anima en la confianza”, le manifestó el pastor, pero recalcando que no se puede reducir la experiencia cristiana solamente a los momentos de dificultades.
También, el obispo subrayó la importancia de la oración, la contemplación y la caridad en el camino espiritual de las vírgenes consagradas, relevando a mujeres santas y mártires como Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia; así como a otras figuras a quienes el Papa Benedicto XVI les dedicó hermosas catequesis, como: Santas Hildegarda de Bingen, Clara de Asís, Gertrudis, Isabel de Hungría, Brígida de Suecia, Margarita, Catalina de Siena (patrona de Italia y Europa), Juana de Arco.
“Y más conocida por nosotros: Santa Teresa de Ávila, Santa Rosa de Lima, Santa Teresita de Lisieux (patrona de las misiones), Teresa de Calcuta, Josefina Backhita y nuestra Teresita de Los Andes y Laurita Vicuña. Aquí tienen ejemplos siempre actuales de amor al Señor, a la Virgen Santa y a la Iglesia de todos los días. Pero sabemos de tantas otras mujeres anónimas esposas, madres, profesionales de diversas disciplinas, mujeres que hoy asisten a enfermos, promueven la ayuda fraterna, son catequistas, son religiosas contemplativas, misioneras, enfermeras, educadoras, asistentes de encarcelados, defensoras de la vida”, enfatizó el Obispo Contreras Villarroel.
Al finalizar, Don Cristián compartió unas reflexiones de María Eugenia, en las que se revela su testimonio de fe, expresando su profunda gratitud por el don de la vocación y su deseo de vivir plenamente en la oración, la Palabra, la vida fraterna, el trabajo, la contemplación como regalo de la intimidad con Cristo y con María.
Con esta consagración, la diócesis se enriquece con una nueva testigo del amor de Dios, por lo que se invita a toda la comunidad a unirse en oración por María Eugenia, para que el Señor la colme de sus bendiciones y la fortalezca en su camino de seguimiento.
Fuente: Obispado de Melipilla
Melipilla, 30-08-2024