Homilía de Mons. Cristián Contreras Villarroel en Corpus Christi
En masiva Eucaristía celebrada en la Parroquia Inmaculada Concepción de Talagante.
El pasado domingo 2 de junio, Monseñor Contreras realizó una profunda reflexión sobre el por qué se celebra Corpus Christi.
“Muchos pueden preguntarse ¿por qué la Iglesia dedica un día solemne para celebrar el Corpus Christi, es decir, la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, si la Iglesia celebra todos los días la Santa Misa en los cinco continentes, en las grandes catedrales, en las parroquias, en las capillas, en los sectores rurales, y muy especialmente los Domingo y grandes solemnidades del Señor, la Santísima Virgen, San José, los santos?”
El Obispo de Melipilla señaló que para esta celebración existen
“razones de índole histórica. Una de ellas es que la Iglesia ha querido reafirmar que la Eucaristía es la presencia real y sacramental de Cristo, Él está sustancialmente presente en medio nuestro con su Cuerpo y con su Sangre. En medio de polémicas de orden teológico, la pregunta era: ¿lo que se celebra es solamente una memoria del pasado o, en cambio, es algo presente, operante, aquí y ahora? La Iglesia define que la Eucaristía conmemora el sacrificio de Cristo en la Cruz aquí y ahora, a lo largo del tiempo y de la historia.”
Junto con ello, el pastor expresó que
“Jesús en la Última Cena no dejó un consejo, sino un mandamiento “Hagan esto en conmemoración mía”. Conmemorar es distinto que hacer sola memoria de algo del pasado. Memorial, en cambio, es afirmar que aquello sucedido en un tiempo determinado, en el pasado, es eficaz hoy, y lo será a través del tiempo, porque Cristo lo ha querido así y porque el Espíritu Santo -prometido por Jesús que el Padre enviaría- es el que hace posible que renovemos el sacrificio de Cristo. Si hay algo en que la Iglesia desde su fundación hasta hoy ha sido fiel, es la celebración eucarística, hacer presente el Cuerpo y la Sangre de Cristo: “Hagan esto en conmemoración mía”.”
El Obispo de Melipilla también dedicó palabras, al inicio de su homilía, respecto al mensaje Presidencial del día sábado 1 de Junio, un mensaje que pidió fuera leído en todas las parroquias de la diócesis:
“Ayer sábado 1 de junio de 2024, el mandatario de Chile, en lo que debiera ser una “Cuenta Pública” de su gestión, anunció dos decisiones del Poder Ejecutivo para ser presentadas, con carácter de urgencia, al Poder Legislativo: la eutanasia y el aborto libre.
Se ha escuchado que todos estos temas deben ser debatidos. El problema no es el debate, ni la discusión, ni hacer esos ejercicios sin vetos.
La palabra estará en el Poder Legislativo, después de esta decisión autoritaria del mandatario. Para el creyente católico existen principios no negociables como la defensa de la vida, desde su concepción hasta la muerte natural. Es muy peligroso claudicar el orden de los principios, convirtiendo el noble ejercicio del debate en verdadera idolatría al discutir qué vida consigue la anuencia legislativa de ser vivida y cuál la reprueba.
El Papa San Juan Pablo II en su encíclica Evangelium Vitæ, 57-60, citando a la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el Cardenal Ratzinger, señala con claridad: “Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede imponerlo ni permitirlo”.
Hoy celebramos Corpus Christi: a Jesucristo, Cuerpo entregado y Sangre derramada para que tengamos vida.
Queridos católicos, mujeres y varones, familias, los invito a que en los próximos meses reflexionemos acerca de esta situación lamentable anunciada por el mandatario en un Chile que vive el drama del crimen organizado, la trata de personas, la situación de los ancianos, las personas sin trabajo, el narcotráfico, la crisis de la salud, la corrupción y tantos otros dramas sociales, familiares y personales”.
Monseñor Contreras concluyó su homilía de Corpus Christi señalando que
“al celebrar el Corpus, renovamos nuestra fe, nuestra creencia en que Cristo está presente realmente por la acción del Espíritu Santo y por las palabras de la consagración. Es “Dios con nosotros”, y esto nos lleva entonces a unir la celebración de la Misa con la vida, y que la vida sea la continuidad de aquello que celebramos domingo a domingo, que sea una Misa prolongada a lo largo del día, a lo largo de la semana; y porque hemos descubierto esta presencia real sacramental de Jesucristo vamos a poder descubrir otras presencias reales de Cristo, aunque no sacramentales. Son aquellas que el mismo Jesús nos ha dicho, donde Él va a permanecer: estuve enfermo, estuve en la cárcel, fui forastero, tuve hambre, tuve sed, todo lo que hicieron al más pequeño de mis hermanos conmigo lo hicieron. Son presencias reales, no sacramentales, pero no por ello no reales.”
Fuente: Prensa CECh
Melipilla, 03-06-2024
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